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Especial
Felipe VI
Por: Juan Antonio Megías García, Presidente del Real Casino de Murcia. Fotos: © Casa de Su Majestad el Rey / Borja Fotógrafos.
El Casino y los hombres excepcionales
H
ace unos días un hombre excep-
cional ha sucedido a otro hombre
excepcional en el gobierno de los
hombres corrientes. Don Juan Carlos I de
Borbón ha reinado treinta y nueve años y,
como el replicante Roy Batty, podría haber
dicho en el momento final de su reinado
aquello de “Yo he visto cosas que vosotros
jamás creeríais…”. No, Don Juan Carlos no
ha sido un hombre corriente y por eso sus
errores, que los ha tenido, no han sido nada
corrientes, del mismo modo en que grandes
han sido también sus aciertos.
Don Juan Carlos no ha tenido un impe-
rio que gobernar, como Carlos I o Felipe II;
tampoco ha sido el mejor alcalde de Madrid
ni ha poblado de murallas las ciudades de
España, como Carlos III; no le han canta-
do coplas como a su bisabuelo Alfonso XII,
aunque no ha andado huérfano de amores;
ni se ha ganado sobrenombres gloriosos,
como el Sabio, el Católico o el Prudente; a
lo sumo, y únicamente a causa de sus erro-
res más recientes, comparte con Carlos IV
el sobrenombre de el Cazador; a cambio,
tampoco se ha hecho acreedor de apodos
despectivos, como Carlos II el Hechizado
o Fernando VII el Rey Felón; tampoco ha
librado y ganado guerras épicas, ni las ha
perdido lo que, como bien saben los británi-
cos, es una hazaña aún más reconocida y
respetada que el ganarlas.
Y sin embargo, Don Juan Carlos ha sido
un gran Rey, tal vez uno de los grandes
Reyes de la historia de España. La Espa-
ña joven apenas guarda en su memoria
imágenes y sentimientos de aquella otra
España, vieja y resentida por las heridas
aún sangrantes de la Guerra Civil, aque-
lla España que eran dos, una dolorida por
los moratones de la dictadura de Franco y
otra atemorizada por un futuro sin Franco,
y ambas dispuestas a coger de nuevo los
garrotes del cuadro de Goya. Esa fue la Es-
paña en la que hace treinta y nueve años
fue proclamado Rey Don Juan Carlos. La
España joven no ha escuchado aterrada
el ruido de los sables ni se ha cegado por
el brillo de su acero desnudo, pero esos
fueron los sables que Don Juan Carlos
obligó a enfundar de nuevo, y aquellos los
temores que el Rey calmó, y aquellos los
ciegos a quienes hizo ver. La España jo-
ven, en cambio, sí ha conocido el zarpazo
del terrorismo, y sabe, lo sabe muy bien,
que el Rey ha tenido mucho que ver con
que los terroristas hayan dejado de matar.
Dije antes que Don Juan Carlos no había
ganado guerras épicas pero me corrijo,
claro que las ha ganado, demasiado bien
lo sabemos.
Todos los Socios del Real Casino de
Murcia somos conscientes de la deuda
de gratitud contraída con el Viejo Rey Don
Juan Carlos, Socio de Honor de nuestra
institución a la que concedió el derecho a
usar el título de Real y la corona que luce
en su escudo. No en vano, su padre ya fa-
llecido, Don Juan de Borbón y Battemberg,
era y es Presidente de Honor a Perpetuidad
del Real Casino de Murcia.
Don Felipe ha sucedido a su padre con el
nombre de Felipe VI y se hablará y hablare-
mos mucho en los próximos tiempos de la
tarea que tiene ante sí y de las expectativas
de cambio que ha generado la sucesión.Yo,
que cada día pertenezco más a la España
que se va y menos a la que llega, no me
veo dando consejos corrientes a un hombre
tan excepcional como un Rey que, además,
encarna una nueva generación de españo-
les. Excepto uno, tal vez. El consejo que le
doy a Su Joven Majestad está encerrado en
la frase del replicante Ron Batty que figura
en la cabecera de este escrito y, muy espe-
cialmente, en una frase de Chesterton que
pertenece a su ensayo Liberty and Tyranny,
publicado el 30 de diciembre de 1911 en
The Illustrated London News: “La libertad
es tradicional y conservadora, recuerda sus
leyendas y sus héroes. Mas la tiranía es
siempre joven y de apariencia inocente, y
nos invita a olvidar el pasado.”
Si quiere ganar el futuro, Joven Majestad,
no olvide nuestro pasado, nuestras leyen-
das y nuestros héroes.
“Yo he visto cosas que vosotros jamás creeríais.Atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad
cerca de la Puerta de Tannhäuser.Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir.”
[Palabras del replicante Roy Batty (
Rutger Hauer)
al final del film de
Ridley Scott
, Blade Runner (1982)]